jueves, diciembre 13, 2007

Articulo: Los políticos y los votantes “Qué ofrecen los políticos, qué piden los votantes”

La reflexión sobre los políticos y los votantes nos lleva a una encrucijada, o más bien a una rotonda donde el camino se divide en dos caras de la misma moneda, unos paralelos que se encaminan cada vez más hacia unas realidades distintas cuando todo lo que rige, hoy por hoy, una relación casi antagónica, debería llevarnos, más bien, a una sintonía, una armonía y una repuesta a los diferentes problemas que sufre la sociedad contemporánea.

A pesar de ello, los políticos se alejan, cada vez más, de los votantes. En realidad, cada vez votan menos personas. Las elecciones municipales del 2007, el Referéndum sobre la constitución europea y los distintos estatutos autonómicos aprobados por los españoles, no dejan lugar a duda sobre las diferencias que existen entre el imaginario político y la realidad del votante.

Curiosamente el político no existiría sin el votante y viceversa. Aun así, parece ser que el político es sencillamente un hombre público que ha querido dedicar su vida a los asuntos del Estado y que, hoy por hoy, por desgracia o por costumbre, incluso como consecuencia de un mal habito, ya no se puede imaginar sin su indumentaria institucional. Mientras tanto, el votante cada vez anda más desnudo, cada vez llegan menos votantes a las urnas y los que lo hacen parecen guiarse, nada más que, por el deseo de un cambio utópico en su realidad cotidiana.

A estas alturas o mejor dicho en estos paralelos, en estos momentos de seudo-democracia, al político le hace falta revisar su compromiso, su sinceridad y su honradez de cara al votante. Su compromiso como fruto de una vocación que se va perdiendo deliberadamente y donde uno responde más a unos intereses partidarios que tienen poco que ver con una creencia propia y responsable y todavía menos con un filtro ante la división que existe entre el bien y el mal, entre lo justo y lo engañoso y entre lo necesario y lo irrelevante. Por otra parte, su sinceridad como respuesta al voto que uno hace ante su propia conciencia y ante la de su audiencia, reprimiendo su ambición personal y un deseo impetuoso de llegar el primero en una carrera sin destino solidario. Y su honradez porque ya no se puede hablar de política o de político sin hacer referencia a la economía o a lo económico. En este último caso, el concepto podría incluso ser el político como nueva fuente de ingreso. Ya no se trata como antaño, de defender el honor de una nación, de luchar por la conciencia de un pueblo, sino que sencillamente, todo tiene que ver con una ambición egoísta que se hace a costa del votante o del contribuyente, lo que a mi parecer es casi lo mismo. Prueba de ello, lo demuestran los múltiples escándalos inmobiliarios de numerosos ayuntamientos a lo largo y a lo ancho del territorio nacional y las innumerables apariciones de políticos en los consejos de administración de grandes multinacionales en el ámbito internacional. Está claro que esto vale, siempre que la política del gobierno en cuestión defiende los intereses de la empresa nombrada.

Al votante le queda poco, ya que todo lo abarca el político. La indefensión del mismo, es igual a la del contribuyente. Este pobre hombre que deseaba que el mundo cambiara y que dio su voto a un indecente.

La perpetuidad del statu-quo es en el mundo de los políticos un arma insospechada por el votante. Aun así es indiscutible que el votante tiene parte de responsabilidad en lo político. Quizá no tanto sobre el político. Si al votante, su búsqueda de la verdad no le lleva a un conocimiento más acertado del carácter de sus fuerzas políticas y ni siquiera a tomar un posicionamiento valiente ante los políticos, está claro que nadie lo podrá hacer en su lugar. La madurez institucional que no tiene el votante, la aprovecha el político. Por desgracia las concesiones se pagan cara en el mundo de hoy. Lo saben los franceses y por ello repetidas veces hacen uso de sus derechos de forma sabia. Dijeron No a la Constitución Europea cuando era uno de ello el que supuestamente la había redactado. También dijeron No a los candidatos de corte extremo cuando subían demasiado en los sondeos y ante las urnas.

En definitiva, al votante nada más que le hacen falta verdaderos políticos en los que creer para poder ser participativo en una sociedad que perderá, sin lugar a duda, el timón sin su presencia.

Fdo.: Jean Rémy Lamaré Mongbet

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